domingo, 31 de enero de 2016

Y ¿si mi hija hubiera nacido en el Congo?


La hermana Victoria nos ha hablado en la homilía del domingo de su vivencia en África y ha habido un momento en que las lágrimas se me escapaban al escuchar que las niñas en su poblado no estudian, se quedan en casa cuidando de sus hermanos y se encargan de ir a buscar el agua con garrafas pesadas, con el peligro y la realidad, de ser violadas durante el trayecto.

¡Qué dolor he sentido como madre de una niña de 10 años!

Estamos en el año 2016, siglo XXI y la mujer sigue ocupando un lugar degradado en la sociedad. Y ¿yo qué hago al respecto?

Una fuerza interior me ha llevado a hablar con esta religiosa, que tan amablemente ha accedido a dedicarme una hora de su tiempo, donde la he bombardeado a preguntas. Me ha mostrado fotos y videos de su querido poblado y… todo eran sonrisas, alegrías, bailes, escuelas, hospital, trabajo en equipo, serenidad… Porque hay gente, mucha gente en el mundo, que es feliz con lo que tiene, siendo sabedores de que algunos de sus 6-7 hijos morirá antes de cumplir los cinco años o con la picadura de una víbora cuando van a bañarse al río, pero eso es parte de su vida y siguen luchando por dar unos estudios a sus hijos, llevar comida cada día a casa y ganarse algún dólar extra por la venta de alguna fruta o verdura.

Victoria me cuenta que con la gente de allí preparan proyectos que reparten a todas las organizaciones posibles, porque la ayuda exterior es imprescindible para mejorar la calidad de vida y paliar la gran hambruna del país. Sonríe al mostrarme el colegio que han construido con el proyecto de Manos Unidas. Sí, el dinero sí llega y es bien administrado.

¿Podré yo acordarme de esas niñas cuando el 14 de febrero pidan mi colaboración económica para Manos Unidas? Y ¿si mi hija hubiera nacido en Congo?

Celeste


domingo, 24 de enero de 2016

La Vidriera especial economía


Ya está disponible para su descarga y consulta el número especial de la hoja informativa parroquial La Vidriera, con el estado económico de la Parroquia.

Podéis descargarlo haciendo click aquí.


viernes, 1 de enero de 2016

Evangelio del domingo


En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo”. Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer

Juan 1, 1-1

ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS

El Pueblo de Israel, en sus inicios era un pueblo errante, un pueblo del desierto, como los actuales Beduínos, que llevan su tienda de un lado a otro buscando pastos para el ganado. Poner la tienda en un lugar es siempre algo provisional, porque cuando se acaben los pastos, los hombres del desierto vuelven a hacer el atillo para irse a otro lugar. Esa provisionalidad aplicada a Jesús, sugiere muchas cosas. Por un lado, Dios conoce nuestro terreno cuando acampa a nuestro lado, sabe de nuestros pastos, de nuestras zonas verdes y secas, de nuestros manantiales y pedregales… Por otro, nos descubre que ese Dios es accesible; podemos entrar en su tienda y gozar de su presencia. Pero cuando creemos que ya le conocemos, que está a nuestro lado, entonces desaparece. Levanta su tienda y se ausenta. No podemos encerrar a Dios en nuestros criterios, en nuestras costumbres, en nuestras normas, porque si lo hacemos, desaparece y pone la tienda en otra parte. Dios es accesible y a la vez inaccesible. No es una paradoja. Es la vivencia real. Por eso acampa entre nosotros, se hace un niño al que podemos tocar, e incluso hacer carantoñas. Lo podemos ver a nuestro lado. Pero justamente cuando su presencia empieza a acostumbrar nuestra mirada, cuando damos por supuesto que está con nosotros, desaparece. No podemos controlar a Dios, porque es mucho más libre que nosotros. Cuando creemos que tenemos controlado su Espíritu, entonces desaparece y acampa en otro lado, sorprendiéndonos cada día. Acampa en los humildes, en los que tienen alma y corazón de pobre, en los que están abiertos, en los que no encasillan, en los hijos de la luz, dispuestos siempre a recibirle. Estar muy seguros de nosotros mismos, imponer nuestro criterio, buscar la seguridad que da el dinero, creer que ya lo sabemos todo, ignorar lo que otros tienen que decirnos…Son experiencias en las que todos caemos una y otra vez. Y cuando nos ocurre esto, Dios coge su atillo y se va con su tienda a otra parte. A veces acampa fuera de la Iglesia, entre la gente más extraña, entre los que no tienen prejuicios. Ójala esta Navidad sea un momento privilegiado y nos hagamos más sencillos para que Dios acampe en nuestra tierra.

Jesús, alegría de cada día


Ha llegado la Navidad.  Un año más, han vuelto los villancicos, las luces, los belenes, los árboles, los regalos, los buenos deseos,… ¿pero hemos experimentado de verdad que otra vez es Navidad?. La vida está llena de momentos especiales, pero los más especiales de todos no tienen fecha en el calendario, simplemente llegan cuando llegan. En Navidad celebramos que Dios se hace hombre, que la Misericordia se encarna en un Niño que nace humilde, que no tiene cuna sino un pesebre y que la única calefacción la recibe del aliento de los animales de aquel establo. Jesús no quiere comodidades, ni lujos, ni riquezas, sino que quiere detalles que nacen del interior de la persona, del corazón, eso es lo que nos mostrará a lo largo de su vida, con las enseñanzas recogidas en el Evangelio.  Si vivir la Navidad es celebrar la alegría de Dios, que nos regala a su Hijo hecho hombre, ¿por qué no estamos alegres?, ¿por qué no se lo trasmitimos a los demás?, ¿qué necesitamos para estar alegres? Cada día la vida nos ofrece un montón de regalos ¿y cuesta tanto una sonrisa como para no ofrecérsela a los demás?. La Navidad también es un momento para encontrarse ¿y es que el resto del año no nos encontramos con nadie?. Encontrarse, saludar a otros, preocuparse por sus problemas, compartir las alegrías, abrazarles,… es una forma de transmitir el cariño y el apoyo, una forma de compartir la vida y ya sabemos que compartir es vivir. En este tiempo y siempre haz por ver a aquellas personas con las que hace tiempo que no hablas, pregúntales y háblales también de ti.  La Navidad es ilusión y la vida entera también es ilusión. Ilusionarse es necesario para emprender proyectos, para aventurarnos a soñar. Construir un mundo mejor para todos pasa por ilusionarse en los aspectos más insignificantes de la vida. Volver a tener la mirada vivaracha de un niño es la mejor herramienta para trabajar con ilusión.  Estemos atentos a las personas, a los detalles, a los más cercanos, miremos a nuestro alrededor y compartamos la alegría de ser queridos, agradezcamos cada gesto y cada palabra de aliento y sepamos llevar a todos los rincones de la Tierra la Buena Noticia de que Jesús sigue naciendo entre nosotros cada día y no sólo en Navidad.

Nuevo número de La Vidriera


Ya ha salido el nuevo número de La Vidriera, correspondiente a enero de 2016. Este domingo (y sábado por la tarde) se repartirá en papel en la Parroquia, y puedes descargarlo ya haciendo click aquí.