viernes, 13 de abril de 2018

Agenda


HORARIOS DE MISAS

- Domingo, las misas son a las 11.30, 12.30 y 19 h.
- Días laborales, la misa es a las 19,30 h

FIESTAS DE SAN JOSÉ OBRERO

- Triduo a San José Obrero, los días 28 (a las 19,30), 29 (a las 19,00) y 30 de abril (a las 19,30).
- Misa en honor a san José Obrero, el día 1 de mayo a las 11,30.

Realmente éste era el Hijo de Dios


Nos cuenta el relato de la Pasión que al expirar Jesús el centurión que estaba junto a la cruz exclamó: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios”. Podían haber sido otras las palabras que dijera, pero aquel soldado quedó sorprendido y fue consciente de que había acompañado en su agonía al Salvador de la Humanidad.

¡Cuántas veces en la vida nos damos cuenta tarde de la valía de las personas que tenemos a nuestro alrededor! Muchas veces tiene que ser la enfermedad o el vivir juntos un momento difícil lo que nos hace reconocer las capacidades del otro y el cariño y el respeto con el que nos trata.

La profesión de fe del soldado junto a la cruz nos abre el camino hacia la Pascua de Resurrección.
 Fueron muchas las personas con las que el Resucitado se hizo el encontradizo y les cambió la vida, volviéndoles a llenar de esperanza. Como a aquellos discípulos del Camino de Emaús, que sentían cómo les ardía el corazón cuando llevaban una conversación entretenida con aquel Peregrino al que conocieron al partir el pan.

Pero cuántas veces nos pasa como a Tomás, somos incrédulos, necesitamos estar allí, no nos vale el testimonio de otros para reconocer que Cristo sigue vivo entre nosotros. Nos gusta más hurgar en la herida y recordar los malos momentos en vez de disfrutar de la presencia de la gloria de la Resurrección que se sigue manifestando en los pequeños detalles de la vida.

Por eso al haber contemplado esta Semana Santa a Cristo crucificado no nos quedemos en la cruz como lugar donde acaba todo, sino que más allá del madero está la Resurrección, está la vida, está la esperanza que se basa en las promesas verdaderas que cambian la forma de ver y entender el mundo, si lo miramos con los ojos de la fe.

Evangelio del Domingo


Paz a vosotros

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
—«Paz a vosotros».
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo:
—«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
—«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
—«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
—«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto». 

 Lc 24, 35-48



REFLEXIÓN: 

Hoy, tercer domingo de Pascua, encontramos en el Evangelio según san Lucas a Jesús resucitado que se presenta en medio de los discípulos, los cuales, incrédulos y aterrorizados, creían ver un espíritu. Dado que la resurrección no borra los signos de la crucifixión, Jesús muestra sus manos y sus pies a los Apóstoles. Y para convencerlos les pide algo de comer. Así los discípulos «le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos».  Gracias a estos signos muy realistas, los discípulos superan la duda inicial y se abren al don de la fe; y esta fe les permite entender lo que había sido escrito sobre Cristo «en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos».  Jesús «les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras y les dijo: “Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados… Vosotros sois testigos”» El Salvador nos asegura su presencia real entre nosotros a través de la Palabra y de la Eucaristía. Por eso, como los discípulos de Emaús, que reconocieron a Jesús al partir el pan, así también nosotros encontramos al Señor en la celebración eucarística. 

Benedicto XVI

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