lunes, 25 de febrero de 2013

Evangelio del Domingo

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
— «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:
— «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. 

Lc 9, 28b-36 


Este episodio es el punto de partida del gran relato que describe el itinerario de Jesús hacia su pasión y muerte. El hecho sucede en un monte. En las tradiciones del AT, Dios se manifiesta en los montes: el Sinaí (Ex 24, 12-18), el Carmelo (1 R 18, 20), el Horeb (Test Lev2, 5-6; Mt 5, 1). En el monte aparece una nube, símbolo de la presencia divina (Ex 24, 15; 1 R 19; Dn 8, 16; Test Lev 18, 6; 1 Hen 13, 8; Test Job 18, 6). Moisés y Elías hablan sobre la muerte de Jesús en Jerusalén, es decir, anuncian el sufrimiento y el fracaso de Jesús. El miedo de los discípulos es el temor reverencial que caracteriza las teofanías o manifestaciones de Dios.
Al final, queda Jesús solo. Y la voz de la nube dice: «Escuchadle». Solo Jesús, y solo su mensaje. Lo cual quiere decir: Solo en el que sufre y muere por el pueblo se encuentra a Dios. Estamos tocando el fondo. El fondo de la religión de Jesús.

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