viernes, 24 de mayo de 2019
Santa María de los piropos
Un piropo es una palabra o expresión de admiración, halago o elogio que se dirige a una persona.
Estamos acabando el mes de mayo, que tradicionalmente se le conoce como el mes de las flores y por ello una de las tradiciones de la devoción popular es ofrecer una flor a María cada día del mes. Es una tradición en desuso. Lo que aún sí que se mantiene es el rezo del Rosario, una oración popular que pretende que el fiel medite sobre los misterios de la vida de Jesús, en los que participó de una forma especial la Virgen.
Al acabar el rezo de los misterios del Rosario se recitan las letanías de la Virgen. Podemos decir que estas letanías son verdaderos piropos, llenos de poesía y de contenido teológico y conceptual. Se dice de María que es la Torre de David, la Rosa Mística, la Estrella de la mañana, el trono de la Sabiduría, el arca de la nueva alianza, …
En una sociedad como la actual, donde un piropo puede incluso ser tomado como una ofensa, si tiene algún tinte machista, hay que defender la claridad, la sencillez y por eso vamos a proponer un par de piropos que encierran la grandeza de la figura de María.
Mujer sencilla y humilde. Así nos lo demuestra en diferentes momentos de la vida, en los que está siempre junto a Cristo, pero en un segundo plano. María es esa chica joven que con humildad y sencillez asume la tarea que Dios la encomienda, aún sin comprenderla, el “hágase” de la Anunciación es el reconocimiento de que la voluntad de Dios está por encima de todo deseo o planificación humana. María nos enseña a confiar en Dios, a abandonarnos en sus manos.
Mujer constante y presente. María guarda todas sus vivencias, las medita en su corazón, intenta comprender la vida, está atenta a las necesidades de los demás y por eso siempre está ahí: Pidiendo a su Hijo que obre el primer milagro porque faltaba el vino en la fiesta; junto a la Cruz para ser testigo de las últimas palabras del Maestro y poder tener su cuerpo en su regazo, como cuando era Niño; en la alegría de la Resurrección o impulsando los primeros pasos de la Iglesia recibiendo el fuego del Espíritu.
María de la cercanía, del día a día, de los sentimientos, de lo cotidiano, de la mirada atenta, sigue siendo el mejor ejemplo en el que mirarnos para poder seguir los pasos de Jesús.
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