Preparado por Sonsoles González
1- CARTA DE JESÚS.
Sentí miedo, angustia y unas enormes ganas de salir corriendo. Mis amigos me abandonaron, la gente deseaba que me mataran, los sacerdotes me tenían miedo, y los romanos se lavaron las manos (como Pilatos). Me golpearon y maltrataron, era injusto e innecesario, yo no hice mal a nadie, solo aposté por la verdad y por el Amor.
Hubo gente que permaneció siempre a mi lado sin apenas entender lo que pasaba (como Juan), y otros en el último momento, lo entendieron y se arrepintieron (como Dimas, el buen ladrón).
Yo di la vida porque os amo. Necesito que hoy me acompañéis, me miréis y compartáis mi dolor. Acogeré vuestra cruz, y vuestros sufrimientos. Cargué con ellos y me crucificaron.
Os amo,
Jesús.
2- INTRODUCCIÓN A LOS PERSONAJES
Hoy vamos a reflexionar en tres rincones, cada uno de ellos representa una situación por la que podemos estar viviendo hoy nosotros mismos. Podemos identificarnos con Juan, el amigo fiel, que nos habla de la experiencia de amistad que tuvo con Jesús, de la fidelidad a pesar de los sufrimientos. Podemos sentirnos como Dimas, aquel alejado que se arrepiente en el último momento, donde se nos invita a vivir esa experiencia de perdón o reconciliación. Y por último, el rincón de Jesús. Aquel que siempre está, que nos espera sin importar lo lejanos o cercanos que estemos de él.
Podemos leer la reflexión del personaje con el que más nos identifiquemos o meditar todos. Cada uno ,presenta unas pautas a seguir o a meditar. Si os sirve adelante, sino dejad que el Espíritu os lleve y dirija.
RINCÓN DE JUAN. EL AMIGO FIEL
"Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” Jn 19,26-27
Alguien para acompañarte en las horas difíciles. Alguien que te abrace ahora que lloras a mis pies. Alguien que te sostenga en estos momentos trágicos. Alguien que comparta tu pérdida… y que también estará en las horas buenas, que llegarán. Alguien que te cuide y a quien cuides… No estamos solos, ni en las horas más oscuras. Amigos, madres, hijos, parejas… Y como creyentes, tenemos a más gente al pie de la misma cruz, a innumerables hombres y mujeres de Iglesia que han sido y son compañeros de camino, de esfuerzo, de lucha, de errores, de búsquedas y de amor. Ahí estamos.
Es común que ante un gran sufrimiento muchas veces tratamos de evitar que las personas que más nos aman vean nuestro dolor y así evitar que ellos sufran, sin embargo, Jesús permitió que su Madre y Juan su discípulo amado estuvieran presentes durante su amarga pasión. ¿Pero por qué Jesús lo permitió?
Jesús nos dejó a su madre que siembra en nosotros la fe, la esperanza y el amor vivo. Permanece junto a la Cruz de su hijo sufriendo, pero aceptando la voluntad del Padre, ¿cuánto habrá sido el dolor de María en esos momentos?.
Y también a Juan, simbolizando a cada uno de nosotros como discípulos amados. Jesús no nos deja solos.
¿PERMANECEMOS NOSOTROS AL LADO DE LOS QUE SUFREN?
¿NOS MANTENEMOS FIRMES EN JESÚS, CONFIAMOS EN ÉL EN LOS MOMENTOS
DIFÍCILES?
¿NOS MANTENEMOS FIRMES EN JESÚS, CONFIAMOS EN ÉL EN LOS MOMENTOS
DIFÍCILES?
Hoy vamos a pensar en Juan, el amigo fiel, aquel que estuvo a su lado hasta el final. Jesús también tuvo amigos, supo de amistad.
1-¿QUÉ ES LA AMISTAD?
El mundo en que vivimos está necesitado de amistad. Hemos avanzado tanto en tantas cosas, vivimos tan deprisa y tan ocupados, que, al fin, nos olvidamos de lo más importante. El ruido y la velocidad se están comiendo el diálogo entre los humanos y cada vez tenemos más conocidos y menos amigos. Quizá ahora nos estamos dando cuenta de lo importante que es el contacto : los abrazos, los besos… el hablar y compartir con las personas cara a cara ….
Pero la amistad, al mismo tiempo que importante y maravillosa, es algo difícil, raro y delicado. Difícil, porque no es una moneda que se encuentra por la calle y hay que buscarla tan apasionadamente como un tesoro. Rara porque no abunda: se pueden tener muchos compañeros, abundantes conocidos, pero nunca pueden ser muchos los amigos. Es delicada porque precisa de determinados ambientes para nacer, especiales cuidados para ser cultivada, minuciosas atenciones para que crezca y nunca se degrade.
En la amistad, el uno y el otro dan lo que tienen, lo que hacen y, sobre todo, lo que son Supone un doble respeto a la libertad del otro. La amistad verdadera consiste en dejar que el amigo sea lo que él es y quiere ser, ayudándole delicadamente a que sea lo que debe ser.
¿CUALES SON LOS NOMBRES IMPORTANTES DE TU VIDA? LOS AMIGOS QUE HAS IDO TENIENDO EN TU HISTORIA. PIDE A DIOS POR ELLOS.
2-LA AMISTAD HABLA DE DIOS. NOS NECESITAMOS.
Juan, amigo. Vaya semana que llevas. Subir a Jerusalén en un contexto hostil. Temiendo perder a Jesús, pero no queriendo dejarlo atrás. Has recostado tu cabeza en el regazo de tu amigo en la cena. Te has dormido en el huerto. Le has visto prendido y, como todos, huyes. Pero volviste y en pie, ante la cruz, perplejo, dolido… estuviste ahí, al lado de Jesús como un buen amigo. Juan no es perfecto. Como ninguno de nosotros. Pero ama. Y porque ama, busca. Es amigo, y como tal quiere al otro, aunque no siempre sepa hacer lo correcto. Es amigo, aunque no héroe. Capaz de dormirse sin percibir el dolor que acongoja a Jesús, sí, pero también capaz de desafiar el miedo, a los soldados y a lo que sea para no dejarle morir sólo, en un madero, sin ver un rostro conocido. Juan se enfrenta con el fracaso, el dolor y la pérdida.
Jesús ama a todos los hombres, y los considera como amigos. Pero también es verdad que tuvo amigos especiales.
No hubiera sido totalmente hombre si le hubiera faltado esta faceta humanista. Tuvo amigos en todas las clases sociales y en todas las profesiones. Jesús, pues, tuvo tiempo para la amistad y el descanso. Como hombre que era se cansaría de sus fatigas y su labor evangelizadora. Le llegarían al alma los desprecios, las indiferencias, las calumnias de quienes no le amaban. Al mismo tiempo, Él necesitaba expandir su corazón, sus secretos, sus ilusiones. Tiene una especial relación con Juan, el discípulo amado- En esta amistad descubrimos que Jesús compartió con alguien, en modo especial, sus experiencias interiores y reservadas. Amistad íntima. Manifestación de esta amistad íntima es el Evangelio que Juan escribió. En él se oye palpitar el Corazón de Jesús; ahí descubrimos la profundidad de Dios.
¿TIENES AMIGOS ESPECIALES? ¿QUIENES SON? ¿AQUELLOS CON LOS QUE COMPARTES TUS DEBILIDADES, TUS ILUSIONES, TUS PROYECTOS? ¿CÓMO ERES CON ELLOS?
¿Cómo se podría definir “un buen amigo”? ¿Es aquél con quien compartes mucha intimidad, o poca? ¿Con quién hablas de todo, o casi? ¿Con quién te sientes a gusto? Pues sí y no. Cada historia, cada relación, cada amistad, es un poco distinta.
En unos casos está hecha de compartir lo cotidiano, y en otras de abrir el corazón desnudo. En unos casos surge casi a bote pronto, sin saber muy bien por qué, y en otros nace del trabajo común, del tiempo gastado con otros, de irse conociendo despacio… Hay con quien te ríes de veras, y con quien puedes mostrar tu enfado.
Pero, en todo caso, todos esos brazos cercanos, esas vidas que se asoman a la mía, esos momentos que van tiñendo mi horizonte se vuelven parte del suelo firme en el que se puede construir una vida.
Solos no podemos salir adelante. En los momentos de alegría hace falta alguien con quien compartirla. Y en los de tristeza alguien para acompañar la desazón. Gente con quien poder reírse y sentirse en paz. En quienes confiar y a quienes poder acudir sin necesidad de inventar excusas
Les quiero tal y como son. Sé que podemos discutir, pero al final los vínculos siguen inamovibles. Puede haber tormentas, y saldremos de ellas más fortalecidos. Y qué alegría cuando recibes un mensaje de alguien a quien le habías perdido la pista. O cuando los caminos, que siempre juegan con nosotros, se vuelven a cruzar. Qué bien sienta cuando, estando agitado, aparece esa presencia familiar que me ayuda a reírme de mí mismo.
3. REQUISITOS PARA SER AMIGOS DE JESÚS
Para ser amigos de Jesús no es suficiente un amor de sentimientos, de emociones. Hay que amar a Jesús con un amor de entrega, de sacrificio, de fidelidad. Con un amor hecho obras. Jesús no quiere amigos de conveniencia, que sólo están con Él hasta partir el pan, pero que le dejan solo y huyen cuando se aproxima la sombra de la cruz.- Jesús no quiere amigos que se aprovechen de Él para conseguir los mejores puestos en el cielo.- Jesús quiere amigos humildes, pacíficos, capaces de luchar por el Reino, por la verdad.
JESUS, ¿TENÍA MÁS AMIGOS QUE LOS APOSTOLES? ¿CÓMO ERA JESÚS CON SUS AMIGOS?
¿CÓMO ES TU RELACIÓN CON JESÚS? DE AMIGO, PADRE, CONFIDENTE, DESAHOGO…
¿Estamos convencidos como comunidad que es mejor amar, aunque a veces duela, que encerrarse en la habitación? ¿Somos capaces de reconocer nuestras cobardías en el amor? ¿Somos capaces de pedir perdón y comenzar de nuevo? ¿Qué es lo que más me cuesta amar de los miembros de mi comunidad?
Rezamos por aquellos que más nos cuesta amar. Le pedimos a Dios que nos ayude a saber estar presentes, tener el gesto y la palabra oportuna.
GESTO
Piensa en un gesto que puedas hacer a tus amigos o a las personas importantes para ti y díselo de alguna manera sencilla (Escríbele alguna nota, llámalo por teléfono, acércate a él…..) O incluso, a alguien de tu familia, trabajo, de tu comunidad que te cueste amar…. Y realiza un gesto comprometido de amor.
Jesús te acoge siempre, está esperándote siempre aunque no te acerques, él te cuida y te protege aunque huyas. Te coge de su mano y te acompaña. Te invito a leer esta parábola, seguro que ya la has escuchado muchas veces. Pero hoy siente cómo Jesús te acompaña :
“Huellas en la arena”
Una noche soñé que caminaba a lo largo de una playa, acompañado por Dios. Durante la caminata, muchas escenas de mi vida fueron proyectándose en la pantalla del cielo.
Según iba pasando cada una de esas escenas notaba que unas huellas se formaban en la arena.
A veces aparecían dos pares de huellas, en otras solamente aparecía un par de ellas. Esto me preocupó grandemente porque pude notar que durante las escenas que reflejaban etapas tristes de mi vida, cuando me hallaba sufriendo de angustias, penas o derrotas, solamente podía ver un par de huellas en la arena. Entonces le dije a Dios: “Señor, Tú me prometiste que si te seguía tú caminarías siempre a mi lado.
Sin embargo, he notado que durante los momentos más difíciles de mi vida había sólo un par de huellas en la arena.
¿Por qué cuándo más te necesité no estuviste caminando a mi lado?” El Señor me respondió: “Las veces que has visto sólo un par de huellas en la arena, hijo mío, ha sido cuando te llevaba en mis brazos”.
RINCÓN DE DIMAS: “…estuve en el último momento.”
¿QUÉ PASÓ ENTRE JESÚS Y SUS COMPAÑEROS DE CRUCIFIXIÓN EN EL CALVARIO?
Dimas, uno de los malhechores crucificados junto a Jesús, se reconoce pecador, declara inocente a Jesús y acto seguido pronuncia unas palabras asombrosas dirigiéndose al Señor: "Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Y la respuesta de Jesús, como siempre desproporcionada; no le dice: Me acordaré de ti, que es lo que se le pedía, sino: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso". Promesa descomunal, afirmación única en los evangelios, a nadie más promete Jesús que a las pocas horas gozará de la dicha eterna, sólo a ese ladrón que antes de morir se reconoce culpable, le habla como a Dios y le suplica misericordia. Es la sorprendente petición de un crucificado a otro crucificado, ambos en el umbral de la muerte y con dolores terribles. Son palabras de fe. Uno le llama al otro rey y le pide el paraíso. ¿Qué pasó allí para que se produzca tan extraña y verdadera petición? Una conversión.
CONVERSIÓN. Dimas es ejemplo de que nunca es tarde si la dicha es buena, y Dios espera hasta el último momento porque nos ama sin condiciones. ¿No merece la pena solo por eso? ¿Cuánto vas a esperar para convertirte de verdad, en lo más profundo de tu corazón?
Los hechos completos son así: Uno de los ladrones crucificados le injuriaba diciendo: "¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro le respondía: "¿Ni siquiera tú que estás en el mismo suplicio temes a Dios? Nosotros, en verdad, estamos merecidamente, pues recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno". Y decía: "Jesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino". Y Él le respondió: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso".
Jesús había callado ante las burlas, los azotes y durante la crucifixión. Pero ante esta palabra de su compañero de suplicio habló, y de qué modo. La paciencia y la humildad y el silencio de Cristo a lo largo de la Pasión es patente, pero ahora se advierte en Él un gozo que brilla como una luz en la noche. Su palabra es tan fuerte que parece como si quisiese desclavarse por un momento de la Cruz para abrazar al hijo que vuelve a la casa del Padre.
ALEGRIA DE JESÚS CUANDO VOLVEMOS CON ÉL. Demuestra que nos está esperando, que confía en nosotros, que nos quiere libres y a su lado.
Las palabras de Dimas al ladrón que blasfema son una invitación al arrepentimiento; es como decirle: "¿No te das cuenta de la situación en que estamos sólo porque la justicia humana nos ha condenado? Piensa lo que será la justicia divina que conoce mucho mejor nuestros delitos, olvídate de tu dolor, no te quejes y piensa en lo que ha sido tu vida delante de la Justicia divina; que aún estás a tiempo de la misericordia".
Y añadía una confesión en toda regla: "nosotros en verdad, justamente recibimos lo merecido por nuestras obras". ¡Lo has merecido! ¡Eres culpable! Y en lugar de rebelarse, buscar excusas o justificaciones, reconoce sus pecados.
ARREPENTIMIENTO. Cuando descubrimos el perdón de Dios, ¿no nos entran ganas de compartirlo con los demás?
Dimas miró a Jesús y vio su silencio, su paciencia. Escuchó sus palabras de perdón, y éstas le llegarían a lo más íntimo del alma, serían como un dardo de fuego en su conciencia. ¡Cuánto había deseado el perdón del suplicio de la cruz! pero ahora escucha un perdón distinto.
Jesús no era un ladrón, no era un rebelde político, no era hipócrita como los fariseos; era sencillo, era bueno, se compadecía de los pobres y de los enfermos, era sabio y no aprovechaba su ciencia para medrar económicamente. Se compararía con Jesús. ¡Qué contraste! ¡Qué injusticia condenar a un inocente tan bueno! ¡Qué errores lleva la justicia humana manejada por hombres malos! Yo sí que tengo culpa pensaría, y lo reconoce. Con la mirada arrepentida ve más clara la inocencia de Jesús.
JUSTICIA DIVINA. Es tan diferente de la justicia humana… Dios siempre acierta, porque perdona todo, no hay nada tan grave como para que no pueda ser perdonado por Él. Y nosotros por cualquier cosa guardamos rencor… si aprendiésemos solo un poquito de ese perdón. ¿Cuántas veces he de perdonar, Señor? “Hasta 70 veces 7” (= 490 veces, pufff… que difícil resulta para nosotros, que amamos con condiciones)
Quizá no haya un acto de fe más emocionante y más perfecto que aquél, en el momento en que todo lo humano abandonaba a Jesús, en que nada se veía en Él que pudiera seducir o atraer, y en que, con toda seguridad, nada daba en Él la impresión de poderío. El Amor ha desaparecido, sólo queda la Víctima. Considerándolo así, han huido los Apóstoles. Pero no, queda un testigo: "Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino" y le habla de su Reino, cuando están agonizando juntos, y cuando Jesús es el más deshecho de ambos.
Dimas llama a Jesús por su nombre, y algo íntimo se advierte al oírle decir Jesús, pues no llama a un desconocido, sino a un amigo. Llama a quien sabe que le puede comprender y salvar porque es su amigo, aunque poco antes no lo fuera. La amistad ha surgido porque ha desaparecido la corteza de pecado que le impedía ver, y ahora mira con unos ojos nuevos. Dimas ve al Salvador.
FE EN JESÚS, SU AMIGO. Se hace su amigo en cuanto se convierte. Jesús quiere amigos, no sometidos a su voluntad divina, ni esclavos-extremistas religiosos, ni solo procesionarios de Semana Santa que durante el resto del año no se vuelven a acordar de Él. Está dispuesto a ser amigo de quien se lo pida de corazón. ¿No es una suerte que el mismo Dios quiera ser amigo tuyo? ¿Le vas a negar tu amistad? Aún así, si solo fuéramos capaces de querer serlo en el último segundo de nuestra vida, Él nos abrazaría con el mismo cariño que a su mejor amigo.
La humildad de las palabras que siguen es conmovedora. No dice "perdóname" palabra dichosa siempre; ni dice "ayúdame". Sino que le dice Acuérdate. O dicho de otro modo: no te olvides de mí. Los olvidos son falta de amor, no falta de memoria. Cuando se ama mucho se recuerda todo, hasta el gesto más banal. Quizá por eso le dice que se acuerde de él, porque comprende que sólo perdona de verdad el que ama, y Jesús en su primera palabra perdonaba a los que le clavaban al madero, cuanto más le amará a él que sufre igual y le defiende. Es como una petición pequeña, como del que se sabe sin derechos para pedir más. No pide un alivio para el dolor que padece, sino el consuelo del nuevo Reino de ese Jesús que padece junto a él, pide amar como ve que Jesús está amando en la Cruz.
PETICIÓN SENCILLA. A los amigos se les cuenta lo más íntimo, y se tiene confianza en ellos para pedirles cosas sencillas, pero a la vez importantes, que solo se las pedirías a un amigo. ¿Qué le pides tú a Jesús, que no se lo pedirías a ningún otro amigo?
Dimas pudo ver la muerte de Jesús; antes pasarían unas horas en similares sufrimientos, hasta que el gran grito de Jesús y los extraordinarios fenómenos del cielo y la tierra le conmovieron de nuevo. Aquellas horas fueron su purgatorio. Sus dolores fueron dolores consolados: "¡Me acepta como amigo!, ¡me quiere!, ¡voy al paraíso a pesar de mis malas andadas!". Es para saltar de alegría. ¿Y el dolor? sigue doliendo, pero ya no es tormento que consume, sino fuego que purifica, es desahogo doloroso. Es como pagar una deuda. Incluso es posible que le pareciese poco si podía unirse al sacrificio de Cristo del que ya entendía algo. Y las horas pasaron hasta que el hoy se convirtió en siempre. Dimas vive eternamente junto a Dios.
SENTIRSE AMADO POR DIOS. Es ejemplo de que el amor de Dios cura todos los males, cualquier sufrimiento por doloroso que sea, es llevadero si sentimos que Jesús camina a nuestro lado.
La conversión de Dimas y las palabras de Cristo nos llevan a comprender mejor lo que vale un sólo ser humano: vale la muerte generosa de Cristo. “Me amó y se entregó por mí a la muerte”. No dice por los hombres en general, sino por mí, es decir, por cada uno. Murió por cada uno. “De suerte que, si bien Jesucristo padeció por todos, yo estoy obligado a amarle como si únicamente hubiera padecido por mí”.
JESÚS MUERE EN LA CRUZ POR TI. Por mis pecados, por mis culpas, por mi dejadez, por mi pereza, por mi falta de amor a los demás, por mi orgullo. Es capaz de dar la vida para salvarte de todo esto… para que veas lo que te quiere.
Otros habrán acumulado en el curso de sus vidas millones de actos de virtud, pero a Dios no le impresionan las cantidades, sino la calidad espiritual de cada gesto; y el del buen ladrón, a quien esperó con tanta paciencia durante su borrascosa carrera de fechorías hasta su dramática cita en el Calvario, bastó por sí mismo.
GESTO
Escribe en un papel aquello de lo que te arrepientes y que solo confesarías a Jesús, que sabes que te va a perdonar y que para Él, lo importante es que lo reconozcas de corazón.
No importa lo leve o grave que sea, su Amor es tan grande que va a acogerte como a un hermano, y te dejará un sitio junto a Él si tú quieres.
Déjaselo junto a una cruz y pídele con fe que lo resucite y lo haga todo nuevo.
RINCÓN DE JESÚS: “… estoy dando la vida”
Cuando haya entendido quién es ese Jesucristo, cuando haya experimentado su amor, que en la cruz se me presenta con la máxima claridad, entonces todo lo demás será basura. Entonces ya no contará si estoy sano o enfermo, si las personas me aman o no, si tengo éxito o no lo tengo, si me reconocen o no, si mi vida resulta bien o no. Para el que ama a Jesús todo se vuelve secundario.
Si quiero vivir la vida, tengo que aceptar la realidad del dolor y el sufrimiento; asimilar heridas en mi lucha por la verdad, la justicia y la libertad.
Son esas heridas las que Jesús llevó consigo a la cruz, cargó con dolor, sufrimiento, penurias y pecados para demostrarte que solo así, aceptándolos, lograrás reponerte y salir adelante. Con lo que Él hizo te demuestra que estas heridas no serán mortales, sólo indicarán la resurrección como meta de tu vida.
❖ COMENZAMOS escuchando la canción : Confio (ixcis)
❖ Después de dedicar un tiempo a sosegarte, ponte en la presencia de Jesús… Imagina que se encuentra de pie junto a ti…
EL “SINSENTIDO” DE LA CRUZ
Todos sabemos de desesperaciones, debilidades y soledad. En Jesús y con su muerte, Dios se ha adentrado en nuestra vida y nos ha dicho que somos importantes para Él.
Pero no sólo. Jesús crucificado está también presente en el hombre sufriente, en cada situación de guerra, sinsentido o desamor, en cada dolor, en cada perdida del ser querido, en la soledad de los ancianos o en los enfermos que hoy vivimos mas de cerca con la pandemia. Sólo desde esta perspectiva de amor gratuito de Dios al hombre podemos asomarnos a los últimos acontecimientos de la historia, también a los de nuestra propia historia. La figura de Jesús, Justo traicionado, que no acusa, sino que se deja acusar, es el signo supremo de cómo se comporta Dios, cuando el hombre es pecador, injusto y violento.
”Al verlo se tapaban la cara; despreciado lo tuvimos por nada; Él, que soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores” (Is. 53, 2-4)
La muerte de Jesús así entendida revela a Dios como Padre que ama inmensamente. Entonces, ¿podemos entender el misterio del dolor y del sufrimiento a la luz de la cruz de Cristo?
A menudo es algo que nos desconcierta. Somos capaces de reconocerle en la alegría del encuentro con los demás o de darle gracias por todo lo bueno que Él pone en nuestro camino: amigos, grupo, familia…sin embargo, ¡cuánto nos cuesta asumir e incluso reconocer la mano de Dios en el sufrimiento personal, familiar o social que nos acecha en momentos puntuales de nuestra vida. Cuánto nos cuesta reconocer su mano hoy, en esta realidad que estamos viviendo.
La Pascua, el paso del Señor por nuestra historia tiene múltiples caras. Ya hemos visto cómo “el escándalo de la cruz” sigue siendo la clave para la interpretación del misterio del sufrimiento. No somos masoquistas, no amamos el dolor por el dolor. Se trata de reconocer en ese sufrimiento a Jesús sufriente, que antes que nosotros ya “cargó con nuestros pecados” (2Cor.5,21) y por lo tanto, también con nuestras desesperaciones, desgracias o faltas de amor.
Pero esta postura no puede convertirse en una mera aceptación pasiva de la cruz. Ni siquiera en un “sedante” ante la injusticia o el dolor que vemos a nuestro alrededor. Todo lo contrario. La cruz es siempre fuente de vida. ”Abrazamos” esta cruz para transformarla, para redimir lo que estaba muerto y darlo vida.
Jesús fue crucificado, pero sabemos que resucitó. El encuentro en nuestra vida, en los momentos de dificultad con este Cristo crucificado ha de llevarnos necesariamente al encuentro con el Resucitado. Aquí radica, quizás, el sentido más profundo de nuestra existencia: en la aceptación del sufrimiento, del dolor, de la muerte que nos atenaza, que vemos en tantas situaciones familiares o sociales. Aceptación sí, porque en él descubrimos el rostro siempre vivo de Jesucristo, pero aceptación que va más allá de lo que nos habla de cruz o de muerte porque nos grita la realidad de un Dios que murió por Amor.
Ahora es el momento en el que a solas con Él, en esta hora de la mañana del viernes, nosotros, cada uno, podemos encontrarnos con su mirada y sentirnos infinitos e inmensamente amados por Él.
Si te ayuda, elige una imagen de Jesús. Una de las que te presentamos u otra que tengas, una que te ayude a orar y déjate mirar por Él.
“Estando crucificado, Cristo nos daba ejemplo de cómo debíamos amar a nuestros enemigos”
“Tened siempre clavado en vuestro corazón a Aquél que por vosotros fue clavado en la cruz”
¿Cuál es el sufrimiento que toca tu vida, tu cruz que has de asumir?
¿Lo afrontas con las actitudes de Jesús?
¿Reconozco la Pasión de Jesús en tantos hombres y mujeres que ahora, en este momento de la historia están siendo víctimas de la pandemia , del odio, de la enfermedad, de la guerra?
ORACIÓN: "POR MI"
Cuando pienso en ti, en aquel madero
Cuando pienso en ti, en aquel madero
me doy cuenta que mi peso está allí en esa cruz.
Sentir ahora mi deuda pagada, por ti, cancelada
y esto lo has hecho por mí, sólo por mí.
Cuando pienso en ti, en la muerte Vida,
descubro que mi paz está allí, dentro de ti
porque has sufrido la desilusión, toda lucha y división
y esto lo has hecho por mí, sólo por mí.
Por mí has hecho esta locura, por mí, por mí
y es en verdad algo tan grande
que no puedo dejar de gritar que:
SIN TI MI CAMINO
NO ENCUENTRA UN DESTINO, SIN TI.
SIN TI YA NO EXISTE PAZ
QUE COLME MI VIDA SIN TI…
VIVO POR TI.
Contemplarte ahí, Rey del universo,
y descubrir que mi paz está allí,
en tu por qué, porque aquel dolor
que yo no he aceptado
ahora Tú lo has transformado,
y esto lo has hecho por mí, sólo por mí.
Cuando pienso que tienes sed de amor
y descubro que todo surge allí,
nace de ti y de tu dolor florece ahora
una luz que invade el mundo,
y esto lo has hecho por mí, sólo por mí.
Por mí has hecho esta locura…
3. ORACIÓN FINAL “¿QUE ELIGES? ¿CARA O CRUZ? ¿CRUZ O VIDA?”
3.1. INTRODUCCIÓN
La cara y la cruz de la vida
Mi vida tiene su cara. Esos momentos más profundos de los que disfruto plenamente y que me gusta compartir: Los éxitos, los abrazos, las verdaderas alegrías, la paz del corazón, amar sin poder remediarlo, la amistad sincera…
Pero también tiene su cruz, que a veces se oculta tras la imagen del espejo, la que se ve, la que dejo ver. En mi cruz están esas entregas dolorosas, ese intentar comprender lo incomprensible aunque me haga sufrir, optar por enfrentarme a mi pecado.
Esa cruz que en todas sus formas me invita a arriesgar y a confiar.
Y Dios en nuestra cara y en nuestra cruz, nos anima y nos mira con misericordia.
La cara y la cruz del mundo
Nuestro mundo también tiene su cara, sus buenas nuevas que se nos regalan continuamente y de forma generosa, que se nos ofrecen a cambio de nada. La cara del mundo es reflejo de Dios en nuestras propias caras.
Y tiene su cruz y sus crucificados: la miseria, el hambre, la injusticia, la desigualdad,la enfermedad, … Y allí están todos los que las padecen. Más allá de una cruz de la que brota la vida, es una cruz de muerte y de muchos muertos. Son opciones de otros las que los han clavado.
Elegir la cruz de Jesús, escoger la vida
Si elegimos la vida, elegimos también la cruz, porque no hay vida sin cruz.
Jesús amó tanto la vida, la escogió hasta tal punto que, si por ello le llevaban a la muerte, a la muerte iría. No escogió la cruz, pero escogió un camino que le llevó a ella porque así lo quisieron otros.
3.2. GESTO DE LAS CRUCES.
Pensar en la cruz que tenemos cada uno: pecados, dificultades, sufrimientos… para ofrecérselo a Jesús en el camino, sintiendo que Él mismo las acoge y que da la vida por ellas.
Ahora dibujaremos una cruz, lo haremos con mucho cariño intentando aceptar la cruz que nos ha tocado vivir y que simbolice nuestra cruz real, la colocaremos en una lugar de la casa o junto a una cruz que tengáis.
Danos, Jesús, ojos para mirar desde ti nuestra cruz, aceptarla y llevarla con orgullo y tenacidad, aún con el sufrimiento que implica.
Junto a la cruz de Jesús oramos:
●Sufrimos con el marginado que vive su existencia desde el odio, la rabia, la desesperación y tratamos de acercarlo a Ti. Y con el que la vive abierto a Ti y no se siente solo y te suplica: “Señor, acuérdate de mí cuanto llegues a tu Reino.”
●Sufrimos con el marginado que vive su existencia desde el odio, la rabia, la desesperación y tratamos de acercarlo a Ti. Y con el que la vive abierto a Ti y no se siente solo y te suplica: “Señor, acuérdate de mí cuanto llegues a tu Reino.”
● Sufrimos con los silenciosos, aquellos hombres y mujeres que están presentes en las realidades de sufrimiento, actuando generosamente sin esperar nada a cambio y que sufren las críticas de los poderosos, de los que no quieren comprender y de aquellos que miran y no tienen el coraje de ponerse a actuar.
● Sufrimos con los débiles, aplastados por los poderosos, y con aquellos que han perdido sus fuerzas para seguir luchando.
● Sufrimos con el hombre y la mujer de hoy, que ha rechazado la Cruz y ha perdido su identidad y siembra el mundo de cruces: la cruz de la guerra, la de la violencia, la de la prostitución, la del aborto, la cruz del desempleo, la de la droga, la de las familias desestructuradas, la de los ancianos abandonados, la de los enfermos…
● Sufrimos con todos lo que están enfermos en esta pandemia y sufren la soledad.Sufrimos con los que tienen miedo a la muerte, al dolor, sufrimos por todos los que están dando la vida y se sienten con impotencia.
● Cada uno sufrimos con nuestra cruz que te ofrecemos a ti, Jesús.
Jesús también tiene una palabra para nosotros. Nadie nos ama como Él .
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