martes, 5 de mayo de 2020

Evangelio del día


Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 22-30)

SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
    «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
    «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor.


COMENTARIO
El evangelio de hoy continúa con la alegoría del Pastor. Pero se centra más en el rebaño. Ya dijimos que en el antiguo Israel, el rey se comparaba con el pastor del Pueblo. Por eso los judíos, que estaban esperando un Mesías rey, preguntaron abiertamente a Jesús si era el Mesías esperado.
La respuesta de Jesús se construye a través de la alegoría del Buen Pastor. Tanto los judíos como Jesús utilizan las mismas palabras: “Mesías”, “Pastor”. Pero el contenido que cada uno da a esas palabras difiere bastante. Mientras que los judíos esperaban un Mesías político, un rey que restableciera la grandeza de Israel, Jesús entendía su mesianismo desde el encargo que le hace el Padre: una misión de servicio como el Pastor bueno que conduce a sus ovejas a la vida abundante, al amor fraterno, a la dedicación a los últimos. Por eso los judíos no acababan de entender a Jesús, como nos pasa a nosotros.
Solo quienes le conocen a fondo, sus ovejas, pueden entenderle, escucharle y seguirle.
Las ovejas gustan de la Palabra del Señor, pero también tienen olfato para descubrir a Jesús en medio de nuestro mundo. A ese Jesús a menudo ignorado por la mayoría, porque se presenta en los más humildes, en los ignorados, en los que buscan la verdad y la justicia. Sólo los que son de Jesús son capaces de reconocerlo, como los de Emaús, en los gestos más sencillos de la vida. Danos Señor olfato de tus ovejas. Dice el Papa que quiere pastores “con olor a oveja”. Nosotros pedimos al Padre tener el olor de Jesús, el olor del Cordero. Feliz jornada

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