sábado, 7 de diciembre de 2019

Por debajo del árbol...


¡Cuántos árboles de Navidad hay y cada vez parece que se ponen más pronto! El árbol de Navidad ha ido desbancando a la costumbre tradicional de poner en nacimiento en cada casa, hasta el punto de que el Papa Francisco ha escrito una carta a toda la cristiandad animando a volver a poner el nacimiento en los hogares.

Parece que el árbol ocupa menos sitio, entronca con las modas que nos llegan desde otros países y también tiene su punto ecológico, eso sí, si dejamos a parte que los árboles suelen ser de plástico o que si es natural ha sido talado o trasplantado para que lo podamos poner en casa.

A este paso vamos a tener que quitar el tiempo de Adviento, porque total, después de los Santos, en pleno mes de noviembre ya hay motivos navideños adornando los comercios y lo mismo ocurre con las luces que se pueden ver en las calles, que se han convertido en una competición entre ciudades.

Pero aún siguen quedando hogares donde por debajo del árbol también se ponen las figuras del nacimiento, aquellas que nos narran historias cotidianas como las de las lavanderas o los pastores, que se ven sorprendidos por un hecho singular como es el paso de una estrella que anuncia el nacimiento de Dios. ¿Dónde?, donde menos se le espera, entre los más pobres, la gente sencilla que vive inmersa en lo cotidiano y por eso es capaz de levantar la mirada al cielo para descubrir los signos divinos.

¡Qué falta nos hace parar!, dejar las prisas, el móvil, los grandes proyectos que sólo son sueños, para descubrir lo pequeño.

Hemos comenzado el ciclo A y el evangelio de Mateo, a quien se le representa en el tetramorfos con un ángel, nos habla del Dios hecho hombre. Comienza encuadrando a Jesús dentro de la estirpe de la casa de David, nace en una familia y gran parte de su vida la va a pasar en el hogar de Nazaret. Son escenas poco conocidas pero necesarias. Allí aprendería a hablar, a relacionarse, a ayudar en las tareas del hogar o de la carpintería, como cualquiera. Por eso la gente entendía su mensaje, porque hablaba en parábolas, de temas del campo, sin grandes discursos, sino desde la cercanía.

Por eso, durante este tiempo en el que las cuatro velas anuncian la llegada de la Luz del mundo, vayamos parando nuestro ritmo, tomemos conciencia si nuestro árbol personal sólo tiene adornos o hunde sus raíces en la tierra de la sencillez, de quien escucha el mensaje y adapta su vida a la verdadera felicidad.


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