miércoles, 18 de noviembre de 2009

Hacia una nueva evangelización: testigos de la unidad en un mundo diverso

Este es el lema para presentar el objetivo parroquial para el curso 2009-10: "Ser testigos de Jesús y su Evangelio en medio de los alejados".
Llega un momento en que tenemos que salir de nuestras murallas. Una parroquia que no evangeliza, va muriendo poco a poco. Después de haber estado reflexionando el curso pasado sobre la evangelización es necesario plantearnos: ¿Cómo nos acercamos a las personas que no vienen por la parroquia? ¿Cómo llegar a tantos cristianos que lo son de nombre, pero no tienen lugar donde expresar su fe? Todos los grupos de la parroquia podríamos implicarnos más en esta tarea: ser testigos de Jesús entre las personas que han perdido el contacto con él. No se trata de convencer a nadie para que se haga creyente, o para que venga a la parroquia. Se trata más bien de que lo descubran a través de nuestra vida.
Una de las cosas más importantes para la evangelización es descubrir a las personas que nos rodean nuestra UNIDAD para que sepan “como se aman”. Nuestra parroquia tiene muchos grupos distintos, pero todos somos uno, gracias a que nos une Cristo Jesús.
Estar unidos en un mundo diverso y dividido por las discordias es un testimonio esencial para la evangelización. Por eso, a continuación, transcribimos algunas reflexiones sobre la COMUNIÓN para que lo reflexionemos todos personalmente o en grupo.
La realidad de nuestra parroquia
Una parroquia con muchos grupos. Hay grupos que sienten la parroquia como algo suyo. Otros, que ven en su tarea un servicio a su propio grupo, pero no un servicio parroquial.
Hay grupos muy cohesionados, otros en cambio, tienen problemas a la hora de dialogar y ponerse de acuerdo.
La unidad y la diversidad
¿Por qué la división? ¿No se puede estar unidos pensando y viviendo de forma diferente?
Jesús en el Evangelio nos dice repetidamente que seamos uno “como el Padre y yo somos uno”. El misterio de la Santísima Trinidad nos recuerda la unidad de Dios y la diversidad de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Único Dios acoge en sí mismo lo más diverso, lo más distinto. Dios es Padre y a la vez es lo contrario de Padre: Hijo. Y a la vez es Espíritu.
Todo esto nos quiere decir que estamos llamados a la unidad, a estar unidos, pero no tenemos por qué estar uniformados. Cada uno tenemos nuestros carismas, nuestra originalidad que es distinta de la originalidad del otro.
Todos los cristianos estamos llamados a ser instrumentos de comunión, a estar unidos, respetando nuestras diferencias. La unidad sólo la podemos buscar desde Cristo Jesús. Si nuestras diferencias nos separan, sólo hay un camino para estar unidos: Jesús.
Las tentaciones de la unidad
La unidad es necesaria. Pero cuando la unidad se hace un absoluto podemos caer en la tentación de ahogar la diversidad, ahogar los carismas, ahogar la originalidad de cada grupo, de cada persona. Queremos que todos los miembros del grupo hagamos exactamente lo mismo sin dar margen a la creatividad. Nos hacemos celosos y nos molestan los que tienen un método distinto o un camino diferente.
Otra tentación de la unidad es dar demasiada importancia a la autoridad. No cabe duda de que la autoridad debe ser un camino para unirnos. Pero la autoridad no debe caer en el autoritarismo. Éste anula nuestra libertad e impide que nos pongamos de acuerdo. La autoridad debe estar al servicio de la comunión, garantizando que puedan convivir juntas las diversas sensibilidades, procurando que una no se imponga sobre otra, haciendo caer en la cuenta de los factores que nos llevan a la ruptura.
Las tentaciones de la diversidad
Cuando un grupo de la parroquia o una persona de un grupo impone su parecer sobre todos los demás está queriendo que todos tengamos el mismo carisma. Eso es un pecado contra el Espíritu, que sopla donde quiere y suscita los carismas que quiere.
Otra tentación es la del pasotismo. Cuando yo estoy bien con lo que hago y no quiero saber nada de lo que hacen, dicen o piensan los demás. Puede haber personas pasotas, grupos pasotas. Los motivos del pasotismo suelen ser muy variados: envidias, rivalidades, diferencias ideológicas…
Una de las tentaciones más graves es cuando se UTILIZA el grupo o la parroquia para dar rienda suelta a mis problemas personales. Cuando dos personas o grupos están enfrentados, se suelen sacar a relucir en el grupo grande los problemas que atañen a esas dos personas o grupos pequeños. El grupo tiene que sufrir los problemas particulares y dejar a un lado el trabajo que lleva entre manos. Es una manera de manipular al grupo y romper la unidad. Debemos tener muy claro que nuestros problemas personales y enfrentamientos no deben interferir el trabajo del grupo. Cuando se da esto, el grupo debe pararse y dejar muy claro que algunos están rompiendo la unidad.
Para un cristiano, todas estas tentaciones, solo tienen una solución: ponerse en manos de Jesús y dejar que sea él el que nos una. Si no lo hacemos, nuestra oración puede ser una farsa.
Con otras palabras
“Tasio” era el nombre familiar con que todos le conocían. Pero el nombre propio y completo que llevaba era “Anastasio”. Alguien le había dicho que significaba “resucitado”. Por eso, desde que lo supo, se propuso con mucho más interés, hacer honor a ese nombre.
Es verdad que en todo su comportamiento, demostró siempre que era un cristiano de cuerpo entero. Al menos, eso era lo que pretendía. Pero a partir de entonces, se esforzó más. Lo mismo en el trabajo que en cualquiera de sus relaciones sociales, era un hombre cuya compañía era deseada por todos. Sabía compaginar la fe con la vida, poniendo siempre en todo una buena dosis de buen humor y de alegría.
A cada cosa le daba su importancia, “Las bromas son las bromas, decía él, pero a las cosas serias hay que darles su valor”.
Una mañana de domingo le sorprendí esperando en la puerta de la Iglesia. No era la hora acostumbrada. Por eso me chocó. Faltaba bastante para la hora de Misa.
“¿Qué haces aquí tan pronto?”, le dije. “Bueno, contestó, esperando…” “¿Puedo preguntarte qué estás esperando?”
“Estoy esperando, dijo, porque hace unos días no fueron muy agradables algunas palabras que le dije a un amigo, y en la Misa, me gusta comulgar y sé que no puedo ir a tomar comunión si no estoy en comunión con este amigo, cuando entre en la Iglesia…”
Quise darle un abrazo. Pero me contuve. Era necesario que se diera cuenta que lo que hacía, era lo más normal que podía hacer, aunque no lo hagamos ni todos ni siempre.
Pero la lección que le estaba escuchando era extraordinaria. Él fue quien , en aquel momento, me hizo recordar a San Agustín, cuando hablando de la Eucaristía, dice: “Oh, sacramento de piedad, oh, signo de unidad, oh, vínculo de caridad”.
Qué bien había entendido que “para tomar comunión hay que estar en comunión con Cristo, a quien uno se acerca, y con los hermanos, de quien uno está rodeado”. Y que “estar en comunión” es “estar de acuerdo” Y está uno de acuerdo cuando se está en paz. Entonces sí que puede decir uno que está en comunión. Y cuando uno no lo está, ya sabe la tarea que le queda: “HACER COMUNIÓN”

El documento completo sobre el objetivo parroquial para este curso, con preguntas para la reflexión, se puede descargar en la parte izquierda (Descarga Materiales).


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