domingo, 28 de febrero de 2021

Evangelio del Domingo


DOMINGO II DE CUARESMA

PRIMERA LECTURA Gén 22, 1-2. 9a. 10-13. 16-18

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

Lectura del libro del Génesis.

EN aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán.
Le dijo:
«¡Abrahán!».
Él respondió:
«Aquí estoy».
Dios dijo:
«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré».
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña.
Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: «Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 115, 10 y 15. 16-17. 18-19 (R/.: Sal 114, 9)

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
V/. Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!».
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.
V/. Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor. R/.
V/. Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén. R/.

SEGUNDA LECTURA Rom 8, 31b-34

Dios no se reservó a su propio Hijo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

HERMANOS:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros?

Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio

Cf. Lc 9, 35

En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:

«Este es mi Hijo, el Elegido; escuchadlo».

EVANGELIO Mc 9, 2-10

Este es mi Hijo, el amado



Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.



HOMILÍA

1- Lo que nos deslumbra con su brillo
¡Cuántas cosas nos deslumbran! A los niños y niñas, algunos futbolistas o cantantes de moda; a los adultos, un coche, una casa, un famoso… Todas esas luces que brillan a nuestro alrededor nos dejan vacíos.
En cambio, el arte, tiene un brillo especial, nos hace subir a esa montaña del éxtasis, nos deslumbra y nos llena: una buena novela, un cuadro que nos ha impresionado, una película que nos ha hecho vibrar por dentro, una música hermosa que resuena en nuestros oídos una y otra vez… Parece que con el arte, se nos llenan los pulmones, nos emocionamos. Nuestra mente se acerca a la belleza, al bien. Pero el arte no es lo único que consigue sacar lo mejor de nosotros mismos, elevarnos a la cima de la montaña. Una buena conversación con un amigo, una comida compartida entre risas, un paseo por la naturaleza, un enamoramiento inesperado, un abrazo sereno, un perdón otorgado con generosidad… Estas experiencias humanas nos llenan de emoción. Una pena que el materialismo creciente oculte todas estas cosas hermosas de la vida.
2- El brillo de Dios
Hay una experiencia de la que hoy no se habla mucho: la experiencia de Dios. Jesús quiso que sus discípulos le acompañaran para que vivieran algo de lo que les había hablado. Subieron a la montaña, el lugar donde Dios se había manifestados tantas veces, con Abrahán, con Moisés, con Elías. Si queremos conocer algo de esa experiencia hemos de hacer un pequeño esfuerzo por salir de nuestra rutina de cada día. Cuando subimos una montaña nos da pereza, porque la subida es dura. Pero merece la pena el esfuerzo si pensamos lo que nos vamos a encontrar. Nos cuesta dejar la cama el domingo para ir a celebrar la eucaristía con nuestros hermanos, nos cuesta hacer el esfuerzo de dejar un rato de nuestro tiempo libre para escuchar la Palabra… Pero hay que subir la montaña, respirar deprisa porque el esfuerzo nos quita el aire. Pero cuando llegamos a la cumbre, nuestra respiración se acompasa y se profundiza, nuestros pulmones se ensanchan, nuestra espalda se estremece, porque vemos el brillo de Dios, sentimos la paz y la dicha, el amor y la ternura. No es una cursilada, es el momento del encuentro. No es sentimentalismo, es el reconocimiento de lo bien que estamos aquí.
Junto a Jesús nos encontramos bien, porque descubrimos que nos llena de paz, nos sentimos amados. Nos gustaría hacer tres tiendas.
Si a uno le preguntan si ha tenido una experiencia religiosa como ésta que describe el evangelio de hoy, es muy posible que piense que nunca ha vivido nada igual, Es posible, porque nuestras catequesis muy a menudo transmiten conocimientos, no experiencias, nuestras misas son vividas como un ritual sin Espíritu… Pero también es cierto que mucha gente no ha puesto nombre a los encuentros que ha vivido con Jesús: esos padres que el día del nacimiento de su hijo se sintieron especialmente agradecidos a Dios; ese niño, que en su habitación pedía para que no le pasaran nada malo a su papá; ese joven, que enamorado mira al cielo para que su amor sea correspondido; esa madre que siente que el Padre está cuidando de ella y de su familia... Podríamos poner millones de ejemplos. Hay momentos en la vida que nos abren a una relación especial de encuentro con lo Infinito. La pena es que no sabemos poner nombre a esos encuentros, aunque sabemos lo bien que hemos estado, la paz que hemos sentido. La Biblia, y sobre todo, los evangelios, nos narran de una manera especial esos encuentros. Al ponerlo por escrito, podemos identificar lo que nos pasa a nosotros, en la alegría, en el dolor, en las dificultades, en lo cotidiano… Hay que aprender a cortar con la rutina para subir al monte del encuentro. El encuentro nos deslumbra, pero de una manera sosegada, nunca milagrera ni prodigiosa. Pongamos nombre con palabras a esos encuentros.
3- Bajar del monte
No podemos quedarnos aquí eternamente, aunque estemos muy a gusto. Hay que bajara a la realidad de nuevo. Muchas personas piensan que lo vivido en la montaña es un espejismo que no tiene nada que ver con la vida diaria, que todos los buenos sentimientos experimentados se disipan cuando nos encontramos con la crudeza de la vida. No debe ser así. Dios no quiere que estemos en una burbuja. El nos quiere equivocándonos, metiendo la pata, fracasando…Porque la vida es así, está llena de montañas que hay que escalar, de piedras que nos hacen tropezar. ¿Entonces qué nos aporta el encuentro en la cima de la montaña? Nos aporta una determinación muy importante: la convicción de que nuestra vida ha de ser vivida como una donación a los hermanos que nos rodean, como entrega. Jesús les dice a sus discípulos que ha de padecer. No lo hace por masoquismo, sino porque el Padre le ha pedido que viva su vida para los demás, no para sí mismo. El Padre le ha llenado de tanto amor que se olvida de su persona para entregar su vida hasta la cruz.
Cuando el encuentro con Jesús es profundo, maduramos para vivir nuestra vida como un don para los demás. No es un sacrificio a regañadientes. Es una convicción que nace del amor que Dios nos da. 
Feliz domingo.

sábado, 20 de febrero de 2021

Evangelio del Domingo


DOMINGO I DE CUARESMA

PRIMERA LECTURA Gén 9, 8-15

Lectura del libro del Génesis.

DIOS dijo a Noé y a sus hijos:
«Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañan, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Establezco, pues, mi alianza con vosotros: el diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la tierra».
Y Dios añadió:
«Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi alianza con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 24, 4-5ab. 6 y 7bc. 8-9 (R/.: cf 10)

R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
V/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
V/. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas.
Acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
V/. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

SEGUNDA LECTURA 1 Pe 3, 18-22

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.

QUERIDOS hermanos:
Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios.
Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu; en el espíritu fue a predicar incluso a los espíritus en prisión, a los desobedientes en otro tiempo, cuando la paciencia de Dios aguardaba, en los días de Noé, a que se construyera el arca, para que unos pocos, es decir, ocho personas, se salvaran por medio del agua.
Aquello era también un símbolo del bautismo que actualmente os está salvando, que no es purificación de una mancha física, sino petición a Dios de una buena conciencia, por la resurrección de Jesucristo, el cual fue al cielo, está sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles, potestades y poderes.

Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


EVANGELIO

Mc 1, 12-15

Era tentado por Satanás, y los ángeles lo servían



Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían. Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Palabra del Señor.



HOMILÍA

Comenzamos la Cuaresma. Cuarenta días. Una cuarentena. Estamos muy acostumbrados a esta palabra, puesto que vamos a cumplir un año en el que hemos vivido un tiempo especial, confinados, cuarentenados. También la Cuaresma es un tiempo especial, también tiene algunas similitudes con lo que estamos viviendo, pero es muy diferente.
1- El Espíritu lo empujó al desierto
El desierto, para un judío, era un lugar especial. El lugar donde encontrar soledad, el lugar donde orar y encontrarse con Dios. No es extraño que el Espíritu empujara a Jesús al desierto antes de comenzar su vida pública. No podemos cumplir la voluntad del Padre si no conocemos lo que quiere de nosotros. Por eso la Cuaresma es tiempo de desierto, de encuentro con el Padre, de soledad. Pero la Cuaresma de este año es un poco especial, puesto que llevamos viviendo en cuarentena casi doce meses. Cada uno habrá vivido este tiempo como haya sabido o como haya podido. Lo cierto es que estamos ansiosos de salir de este desierto provocado por la pandemia, sin relaciones, retirados del mundanal ruido. Y la Iglesia nos invita a entrar en la Cuaresma, nos llama al desierto de nuevo. ¿Cómo podemos vivir aquello de lo que deseamos salir? ¿Cómo ansiar el retiro cuaresmal si estamos cansados de tanto retiro forzado?
Quizá sea momento de aprovechar nuestro confinamiento para vivir lo esencial, para encontrarnos con Dios. Vivimos tan ocupados en lo que hemos perdido durante este año que no nos damos cuenta de lo que podemos ganar en este tiempo: más profundidad, más tiempo para meditar, para ponernos a la escucha de la Palabra. Eso es la Cuaresma. Dejémonos empujar por el Espíritu para aprovechar este desierto impuesto por un virus, para ponernos en búsqueda de Dios.
2- Siendo tentado por Satanás
El confinamiento ha provocado muchos daños colaterales: la crisis económica, las separaciones matrimoniales, las pérdidas de nuestros seres queridos… El desierto es lugar de prueba. El pueblo de Israel pasó cuarenta años en el desierto y allí fue tentado, quiso abandonar la Alianza con Dios, quiso volver a la vida en Egipto. El desierto de la pandemia está poniendo a prueba a la humanidad. En esta situación límite estamos sacando lo mejor y lo peor del ser humano. Si el pueblo de Israel no fue capaz de superar la prueba, Jesús, en cambio, salió victorioso de la crisis. Cuántas veces somos tentados nosotros de abandonar nuestra fe, de abandonar el Evangelio que un día creímos. Es mucho más seductor el dinero, el poder, la comodidad. Ahora que hemos dejado nuestras “actividades religiosas”, nos sentimos libres para dar otro rumbo a nuestra vida. Buscar caminos que no nos comprometan. No se va a notar mucho, porque nos despedimos sin decir adiós. La pandemia es la excusa perfecta para muchas cosas.
Pero en la Cuaresma se nos recuerda que no “solo de pan vive el hombre”. Necesitamos a Dios, necesitamos su Palabra, necesitamos que él interprete nuestra vida y nos dirija por sus senderos. Solo si nos dejamos seducir por él, podremos luchar con la seducción de Satán, el Príncipe de este mundo.
3- Marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios
Galilea es la tierra de Jesús. Allí desempeñó la mayor parte de su actividad. No podemos quedarnos eternamente en el desierto cuaresmal. Hay que volver a la palestra, a la vida cotidiana. El encuentro con Dios ha de llevarnos siempre al encuentro con los hermanos. Pero hemos de salir reforzados de esto, rehabilitados por el Padre, convencidos de la fuerza del Evangelio que estamos llamados a proclamar.
Cuando vemos que la humanidad se aleja del Reino de Dios, con violencia gratuita, con falta de solidaridad, con egoísmo desaforado , con falta de diálogo, con mentiras interesadas…. Hemos de creer que el Reino de Dios está cerca y apostar por él. Acudamos al desierto, acudamos al Padre las veces que haga falta, para que él nos convierta y nos ayude a pensar como él piensa, a vivir como él vive en su Hijo Jesucristo. El tiempo se ha cumplido y ya se ha hecho realidad el Reino. Feliz Domingo, feliz Cuaresma.

miércoles, 17 de febrero de 2021

Miércoles de Ceniza

 

Las misas con imposición de la ceniza serán:

11,30 h

18 h

19 h

Aforo máximo: 25 personas

Después de cada misa se impondrá la ceniza a las personas que no hayan podido participar en la celebración, en grupos de 25 personas.

sábado, 13 de febrero de 2021

Evangelio del Domingo


DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA Lev 13, 1-2. 44-46

Lectura del libro del Levítico.

EL Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes.
Se trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.
El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: “¡Impuro, impuro!”. Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 31, 1-2. 5. 11 (R/.: cf. 7)

R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
V/. Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.
V/. Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
V/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.

SEGUNDA LECTURA 1 Cor 10, 31-11, 1

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:
Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.
Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo.

Palabra de Dios.

Aleluya Lc 7, 16

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo. R/.

EVANGELIO Mc 1, 40-45

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor.



HOMILÍA

1. Acercarse a Jesús.
Tenemos necesidad de acercarnos a Jesús, como el leproso, sabiendo que él nos escucha, nos comprende. El leproso, un poco temeroso le dice a Jesús: “si quieres puedes limpiarme”. Nosotros le decimos: “si quieres puedes sanarme, puedes ayudarme, puedes liberarme…” Sabemos lo que él quiere. En su presencia, sanamos. En la Eucaristía decimos: “una palabra tuya bastará para sanarme” Nos cura con su palabra. Nos toca, y quedamos limpios. No podemos chantajear a Jesús obligándole a que nos cure. Su presencia es ya curativa. El se aleja de los prodigios y los milagros facilones. Por eso no quiere que el leproso se lo cuente a nadie, para que la gente no piense en Jesús como el milagrero, sino como el Hijo de Dios que nos muestra el camino del Reino.

2. Un leproso acogido
Los leprosos eran declarados impuros en tiempo de Jesús. Su enfermedad era la consecuencia de su pecado. Se les expulsaba de la comunidad y tenían que vivir en la indigencia y en la soledad más absolutas. Excluidos, intocables, expulsados, derrotados…. Pero Jesús cambia sus vidas. Incluye al leproso, le acoge, le toca, le devuelve su dignidad de persona… Los sacerdotes del templo tenían que certificar su curación, tal y como dice el libro del Levítico en la primera lectura.
El encuentro con el leproso es una buena enseñanza para nuestra iglesia, para nuestras parroquias. Hemos de hacer de nuestras comunidades un recinto donde se acoja a los excluidos, a los estigmatizados, identificándonos siempre con aquellos que llevan en su piel las marcas del rechazo de otros. Todas las heridas, todas las lepras se curan también con un amor sólido y sincero, con una tolerancia que está por encima de los clichés de este mundo. Los leprosos no eran los únicos en esta situación. Jesús acogió a las prostitutas, a los pecadores, a los samaritanos poco piadosos… ¡Cuantos grupos hoy siguen siendo rechazados con prejuicios sociales…! Emigrantes, gitanos, homosexuales, transexuales, personas sin hogar…. Áreas geográficas como la España olvidada, los países de la periferia mundial… En este día en el que celebramos la campaña contra el hambre, tendríamos que incluir en nuestros calendarios y objetivos a los países que están siempre en las afueras, como los leprosos. No entran en el calendario de vacunación muchos países de África y otros continentes; no tienen preferencia sus productos agrícolas, ni sus niños que mueren de desnutrición. Nuestros objetivos de desarrollo excluyen a muchos países de nuestra tierra. Jesús dice: “dadles vosotros de comer”. 
Feliz domingo

sábado, 6 de febrero de 2021

Evangelio del Domingo


DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA Job 7, 1-4. 6-7

Lectura del libro de Job.

JOB habló diciendo:
No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra,
y sus días como los de un jornalero?;
como el esclavo, suspira por la sombra;
como el jornalero, aguarda su salario.
Mi herencia han sido meses baldíos,
me han asignado noches de fatiga.
Al acostarme pienso: "¿Cuándo me levantaré?"
Se me hace eterna la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Corren mis días más que la lanzadera,
se van consumiendo faltos de esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no verán más la dicha».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 146, 1bc-2. 3-4. 5-6 (R/.: cf. 3a)

R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
V/. Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.
V/. Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.
V/. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.

SEGUNDA LECTURA 1 Cor 9, 16-19. 22-23

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga.
Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Palabra de Dios.

Aleluya Mt 8, 17b

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades. R/.

EVANGELIO Mc 1, 29-39

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor.



HOMILÍA

El texto del evangelio del domingo pasado y el de hoy forman una unidad en el evangelio de Marcos, pues expresan la actividad del Maestro en un día completo pasado en Cafarnaún. , el sábado.
Cuando sale de la sinagoga, Jesús acompañado por cuatro de sus discípulos, va a la casa de Simón y Andrés. Allí estaba la suegra de Simón Pedro, en la cama con fiebre. Los de la casa, le hablaron de ella. ¡Cuántas veces hemos de hablar a Jesús de las personas que nos rodean…! Esa es la primera parte de la oración de los discípulos: hablarle a Jesús de los que están abatidos, contarle sus penalidades, describirles su dolor. Él ya lo conoce, pero al contar las cosas, los discípulos nos hacemos conscientes de la realidad en la que viven nuestros semejantes; a la vez, nos olvidamos un poco de nuestras preocupaciones, que muchas veces son autocomplacientes. Hoy le queremos contar el sufrimiento de tantas suegras en la pandemia que estamos viviendo, de tantos ancianos que nos han dejado o que tienen que vivir el aislamiento. Aprendamos a contar a Jesús los desvelos de nuestros hermanos.
La siguiente acción de Jesús debería ser un referente para nosotros. En realidad son tres acciones diferentes: “se acercó, la tomó de la mano y la levantó”. Acercarse al hermano abatido es crucial en un mundo que todo está determinado por la fría lejanía de los medios de comunicación. Conocemos muchas veces a los demás por lo que nos dicen, por lo que oímos, por la opinión de otros. Hay que acercarse al hermano para conocerle, tanto en su grandeza como en su miseria. Resulta penoso ver cómo personas que tienen que tomar decisiones, no conocen a las personas a quienes se dirigen.
Tomar de la mano es un gesto que en la pandemia resulta más significativo, ya que ahora hay que guardar las distancias, no podemos tocar al hermano. Pero el enfermo necesita también el calor humano, no solo la medicina, para ser sanado. Tenemos que reinventar las formas de hacernos cercanos con las personas en estos momentos en los que se hace necesario el distanciamiento físico. El lenguaje, la comunicación, aunque sea a distancia, son ahora más importantes que nunca.
El verbo levantar es muy importante en el Nuevo Testamento. Se nos habla de la resurrección de Cristo como un levantarse de la muerte. Dios levantó a su Hijo. De la misma manera, Dios “alza de la basura al pobre”. Igual que Job, que se siente abatido en su dolor; piensa cuándo se levantará, según vemos en la primera lectura. También nosotros necesitamos que el Señor nos levante de nuestro dolor, de nuestra enfermedad, de nuestros fracasos. Dejémonos levantar por Jesús.
La suegra de Pedro, se levantó y se puso a servirles. Esa es la tarea de los discípulos: servir a los demás; ser las manos de Dios que levantan a los humildes, que sacan los malos espíritus de los que están capturados por el mal, que curan las cicatrices que la vida va dejando.
Por eso Jesús sale al patio de la casa y se pone a expulsar muchos demonios, a quienes mandaba callar.
El domingo pasado, Jesús sacaba los malos espíritus en la sinagoga, expulsando así la mala religión que es muy dañina para el hombre. Hoy le vemos en una casa de una familia sacando otros demonios que también son dañinos: los demonios de la familia: la incomunicación, las rupturas de pareja, las manipulaciones y otros demonios que destruyen el amor verdadero. Pidamos a Jesús hoy que ahuyente todo lo que ensombrece a nuestras familias.
Solo seremos capaces de sacar esos demonios con oración. Por eso vemos a Jesús que se levanta temprano para orar, para ponerse a la escucha de la Palabra. No perdamos ocasión de hacer nosotros lo mismo. No podremos luchar con nuestros enemigos, los malos espíritus que nos habitan, si no dedicamos tiempo para que el Padre nos señale el camino. Un camino siempre universal, abierto a otros, a otras aldeas, a otros mundos que esperan también ser curados. Feliz domingo.