viernes, 5 de mayo de 2017

Con flores a María


Tradicionalmente hablamos del mes de mayo como el mes de las flores, el momento en el que la primavera se muestra en todo su esplendor. También mayo está dedicado especialmente a la Virgen María. Hay un ejercicio piadoso, el de las flores, que se sigue haciendo en muchos lugares. Se trata de ofrecer una flor ensalzando las virtudes de María, es una forma de “echarle flores”, es decir piropos, una manera cariñosa de mostrar el amor que sentimos por nuestra Madre, María.

Pero, paremos un momento y como María guardemos esta imagen meditándola en nuestro corazón. Regalar una flor es una forma de agradecer lo que alguien nos ha enseñado, por eso, antes de ofrecer una flor a María pensemos en lo que ella nos enseña para nuestra vida creyente.

María nos enseña a escuchar, a estar atentos a la Palabra de Dios y a las necesidades de los demás. Así nos lo muestra en la Anunciación donde escucha y acepta el anuncio del ángel y se pone en camino para ayudar a su prima Isabel.

María nos enseña a alentar, a animar, como ocurrió en la boda de Caná cuando anima a Jesús a hacer su primer milagro, aunque Él decía que aún no había llegado su hora María insiste y al final todo se convierte en fiesta.

María nos enseña a permanecer, a comprometernos, sigue a su Hijo hasta la cruz. Allí también está la Madre, no se aparta de las dificultades, acepta el dolor y lo convierte en amor.

María nos enseña a confiar, a creer sin necesitar pruebas, a fiarse de los renglones torcidos que usa Dios para hacerse presente en nuestras vidas.

Por eso cuando en este mes de mayo llevemos flores a María digámosla:

María, enséñanos a ofrecerte las verdaderas flores de la fe, que encontramos caminando junto a ti en el sendero de la vida. Ayúdanos a vivir la alegría de la Resurrección, de la Pascua florida, para que brote en nosotros una nueva primavera espiritual que nos convierta en verdaderos testigos de tu Hijo.



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