viernes, 10 de abril de 2020
Reflexión Viernes Santo
Nos hieren las imágenes de estos días viendo a los enfermos en la UCI con los respiradores, nos hieren los cadáveres amontonados en las morgues, nos hiere el alma ver a los familiares de los difuntos llorándoles en la lejanía, sin poder despedirse. El horror está tan cerca… Pero también nos hiere lo que está lejos: los refugiados entre fronteras, sin casa, sin pan…
Hoy podemos dar un sentido a todo esto, si miramos a Jesús en la cruz. “Él carga con nuestros crímenes, con nuestros pecados”. La cruz se convierte en un signo que atraviesa el cielo, pero también ha atravesado la historia para llegar a cada ser humano que sufre y a cada ser humano que hace daño, y a cada ser humano que se entrega por amor. A los que sufren, Jesús les dice desde la cruz: “con vosotros padezco”; a los que hacen daño, “con vuestros pecados cargo, para que seáis perdonados, porque no sabéis lo que hacéis”. A los que se entregan a los demás por amor, les dice: “cargo vuestra cruz para que sea más llevadera, no tengáis miedo de entregaros conmigo”.
Hoy, Viernes Santo, se nos dice a todos que nos acerquemos sin miedo a la cruz del amor. Es la cruz del que se despreocupa de sí mismo para entregarse al hermano. El problema de Pedro y los apóstoles es que estaban preocupados por su vida. Eso les producía miedo y les paralizaba para llegar hasta el final CON Jesús. Solo un discípulo, el discípulo amado, llegó hasta el final, por eso le encontramos a los pies de la cruz, junto con María. ¿Serás tú ese/a discípulo/a?
José Carlos
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