martes, 26 de mayo de 2020

Evangelio del día


San Felipe Neri

Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 1-11a)
EN aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
    «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».
Palabra del Señor.


COMENTARIO
La liturgia de hoy recuerda a un santo italiano del siglo XVI, San Felipe Neri. Sacerdote y músico italiano, fundador de la congregación del oratorio. Dedicó su vida a la oración y a la ayuda de los más pobres.
En el evangelio, Jesús hace una oración de confianza en el Padre cuando llega el momento de la entrega de la vida. En esa entrega alcanza la gloria. También nosotros alcanzamos la gloria en la entrega a los demás: si en tu trabajo te desvives por ayudar, si con tus vecinos deseas tener armonía para detectar sus dificultades, si en la parroquia y en la sociedad buscas el bien común… te estás entregando como Jesús. Quizá no alcances gloria a los ojos del mundo, pero le darás gloria a Dios.
Cuando oímos hablar de vida eterna, se nos viene a la cabeza la muerte. Sin embargo Jesús nos explica qué es la vida eterna: conocerle a él, conocer sus palabras; eso es la vida eterna.
Nosotros somos discípulos de Jesús. A veces nos parece mentira que sigamos siéndolo, con todos los reclamos que este mundo nos proporciona. Jesús nos sostiene con su oración al Padre. Ruega cada día por nosotros, para que no nos perdamos en los odios que el mundo produce, en los egoísmos que la vida enseña, en las vanidades que esta tierra fomenta. Gracias, Señor Jesús por seguir pidiendo por nosotros y mantener nuestra fe. Feliz día

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