sábado, 30 de enero de 2021

Evangelio del Domingo


DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA Dt 18, 15-20

Lectura del libro del Deuteronomio.

MOISÉS habló al pueblo diciendo:
«El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor mi Dios, ni quiero ver más ese gran fuego, para no morir”.
El Señor me respondió: “Está bien lo que han dicho. Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá”».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 94, 1-2. 6-7c. 7d-9 (R/.: cf. 7d-8a)

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».
V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
V/. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R/.

SEGUNDA LECTURA 1 Cor 7, 32-35

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, de ser santa en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Palabra de Dios.

Aleluya Mt 4, 16

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló. R/.

EVANGELIO Mc 1, 21b-28

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como
los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Señor.



HOMILÍA

El Evangelio de hoy nos sitúa al comienzo de la actividad pública de Jesús. Comienza en una sinagoga, lugar de enseñanza judía, donde se leía la Ley y los Profetas, donde los escribas enseñaban la doctrina teórica que iba conformando la fe judía.
Ya desde el principio, este texto compara de alguna forma las enseñanzas de Jesús con las de los escribas. Jesús despertaba comentarios de asombros porque su manera de enseñar era nueva, mientras que los escribas enseñaban, decían muchas cosas, pero no conseguían tener la autoridad de Jesús. Veamos por qué.
Marcos no nos cuenta qué decía Jesús; nos cuenta lo que hizo en la sinagoga. Ahí está la diferencia de la enseñanza de los escribas.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un mal espíritu. Marcos desea hacernos ver que ese espíritu malo lo ha cogido en la sinagoga. Nos sugiere que las enseñanzas de los escribas, los ritos y costumbres que ellos defienden, enloquecen a las personas, han enloquecido a ese hombre concreto, le han poseído, quitándole su propia libertad, atándole a ese mal espíritu, o a esos malos espíritus, como sugiere el plural empleado cuando grita: “¿qué tenemos nosotros que ver contigo?”.
Jesús le dice: “cállate y sal de él”. Los dos verbos en imperativo. Jesús no discute con el mal espíritu, como no quiere discutir la doctrina de los escribas. No sirve de nada, porque los enredos intelectuales pueden estar bien cuando hay un deseo de buscar la verdad, pero no sirven de nada cuando solo tratan de justificar la propia postura. Eso mismo sigue pasando hoy en las distintas tribunas políticas y sociales; se está utilizando la pandemia para hundir al adversario, no para buscar el bien común. Cuando todo el mundo sabe de todo, cuando todo el mundo sabe más que los técnicos, cuando en la tienda de la esquina, te encuentras con expertos que solucionan el problema en dos segundos… lo mejor es callar. Jesús ordena al hombre endemoniado que calle y a la vez le libera de sus propios demonios, los que la sinagoga le ha metido dentro.
Por esta acción, la gente ve a Jesús como alguien distinto: tiene una nueva forma de enseñar, una nueva forma de hacer realidad el amor de Dios. Jesús no se mete a discutir las enseñanzas de los escribas. Eso no le interesa: Le interesa el hombre enloquecido por las malas enseñanzas. Por eso le libera, le quita todos los pesos que los ritos religiosos han cargado sobre él. La mala religión ha dañado a un ser humano. El sábado se ha hecho para el hombre, no el hombre para el sábado.
Este episodio de liberación del endemoniado de la sinagoga debe llevarnos a nosotros a meditar sobre nuestra práctica religiosa. Toda religión debe fundarse en una experiencia de fe que libera. Pero lo cierto es que muchas veces, la religión puede hacernos daño. Veamos algunos aspectos negativos de la religión mal entendida:
1- Una religión que entretiene: se vive la fe como un entretenimiento, como un espectáculo más o menos bonito. Olvidamos que la fe nace de una llamada, no de un capricho o gusto personal. Jesús nos llama, como a sus discípulos, para que estemos con él y para hacernos pescadores de hombres.
2- Una religión ritualista: los ritos religiosos son buenos y necesarios. Pero los ritos no son un fin en sí mismos. Sirven para llevarnos a Dios. Cuando los ritos, siempre, relativos, se convierten en algo absoluto, nos hacemos ritualistas. El ritualista está más preocupado por la ejecución perfecta del rito, por la estética del ritual, que por el sentido que tiene. La abstinencia de comer carne en cuaresma, se creó para que fuéramos capaces de privarnos de algo que nos gusta comer para poder compartir con el que no tiene, para dominar nuestros impulsos. El sentido se perdió y quedó solo el rito vacío. Cuando esto ocurre, el rito no sirve para nada. Podemos ser muy capaces de privarnos de la carne durante los viernes de cuaresma, pero miramos para otro lado cuando hay personas que pasan necesidad.
3- Una religión clerical: nos advierte el papa Francisco muchas veces contra el clericalismo, que no es otra cosa que el dominio del clero sobre todos los fieles, sin contar con los hermanos, sin dar participación. Como si la iglesia fuera propiedad de algunos. Este clericalismo no solo está ejecutado por algunos clérigos, sino también por laicos que prefieren que alguien les mande, porque así la vida es más fácil. La autoridad en la Iglesia es otra cosa. Siempre ha de estar basada en el servicio.
4- Una religión rigorista: en estos días ha aparecido en la prensa la noticia de la condena de una monja carmelita del convento de Nogoyá, en Argentina, que sometía a sus monjas a vejaciones, latigazos y otras cosas por el estilo. Todo lo hacía para mantener el rigor moral, la observancia de las constituciones de la orden… Una religión así poco tiene que ver con la fe en Jesucristo. Basta recordar la misericordia mostrada con los pecadores: la adúltera, Zaqueo, etc..
5- Una religión mágica: es una religión del chantaje a Dios: “peregrino al santuario de la Virgen si me cura, rezo a Dios si me concede lo que le pido”… La relación con Dios se convierte en un intercambio. Pero la fe es confianza en el Padre. Poner la vida en sus manos, como nos recuerda C. de Foucold. Cuando pedimos a Dios, hemos de ponernos a la escucha de su Palabra, confiando que nos da lo mejor.
Que el evangelio de hoy nos ayude a depurar nuestra fe, gozando de nuestra relación con Dios, sintiendo la alegría de seguir a Jesús, que siempre nos libera. Por eso su autoridad es tan grande para nosotros. Feliz domingo.

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