sábado, 13 de febrero de 2021

Evangelio del Domingo


DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA Lev 13, 1-2. 44-46

Lectura del libro del Levítico.

EL Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes.
Se trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.
El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: “¡Impuro, impuro!”. Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 31, 1-2. 5. 11 (R/.: cf. 7)

R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
V/. Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.
V/. Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
V/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.

SEGUNDA LECTURA 1 Cor 10, 31-11, 1

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:
Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.
Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo.

Palabra de Dios.

Aleluya Lc 7, 16

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo. R/.

EVANGELIO Mc 1, 40-45

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor.



HOMILÍA

1. Acercarse a Jesús.
Tenemos necesidad de acercarnos a Jesús, como el leproso, sabiendo que él nos escucha, nos comprende. El leproso, un poco temeroso le dice a Jesús: “si quieres puedes limpiarme”. Nosotros le decimos: “si quieres puedes sanarme, puedes ayudarme, puedes liberarme…” Sabemos lo que él quiere. En su presencia, sanamos. En la Eucaristía decimos: “una palabra tuya bastará para sanarme” Nos cura con su palabra. Nos toca, y quedamos limpios. No podemos chantajear a Jesús obligándole a que nos cure. Su presencia es ya curativa. El se aleja de los prodigios y los milagros facilones. Por eso no quiere que el leproso se lo cuente a nadie, para que la gente no piense en Jesús como el milagrero, sino como el Hijo de Dios que nos muestra el camino del Reino.

2. Un leproso acogido
Los leprosos eran declarados impuros en tiempo de Jesús. Su enfermedad era la consecuencia de su pecado. Se les expulsaba de la comunidad y tenían que vivir en la indigencia y en la soledad más absolutas. Excluidos, intocables, expulsados, derrotados…. Pero Jesús cambia sus vidas. Incluye al leproso, le acoge, le toca, le devuelve su dignidad de persona… Los sacerdotes del templo tenían que certificar su curación, tal y como dice el libro del Levítico en la primera lectura.
El encuentro con el leproso es una buena enseñanza para nuestra iglesia, para nuestras parroquias. Hemos de hacer de nuestras comunidades un recinto donde se acoja a los excluidos, a los estigmatizados, identificándonos siempre con aquellos que llevan en su piel las marcas del rechazo de otros. Todas las heridas, todas las lepras se curan también con un amor sólido y sincero, con una tolerancia que está por encima de los clichés de este mundo. Los leprosos no eran los únicos en esta situación. Jesús acogió a las prostitutas, a los pecadores, a los samaritanos poco piadosos… ¡Cuantos grupos hoy siguen siendo rechazados con prejuicios sociales…! Emigrantes, gitanos, homosexuales, transexuales, personas sin hogar…. Áreas geográficas como la España olvidada, los países de la periferia mundial… En este día en el que celebramos la campaña contra el hambre, tendríamos que incluir en nuestros calendarios y objetivos a los países que están siempre en las afueras, como los leprosos. No entran en el calendario de vacunación muchos países de África y otros continentes; no tienen preferencia sus productos agrícolas, ni sus niños que mueren de desnutrición. Nuestros objetivos de desarrollo excluyen a muchos países de nuestra tierra. Jesús dice: “dadles vosotros de comer”. 
Feliz domingo

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