miércoles, 25 de marzo de 2020

Evangelio del día


Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque “para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor.


COMENTARIO
Hoy es un día importante en el calendario litúrgico. Es la Anunciación del Señor. En este diálogo entre el Ángel Gabriel y María, se nos van explicando poco a poco los acontecimientos previos a la Encarnación: la sorpresa turbadora de María ante la presencia del Ángel, la explicación de quien va a ser el Hijo de María, las dudas de ésta por no conocer varón, la nueva explicación del Gabriel detallando cómo van a ocurrir las cosas,  y por último, la aceptación de María con el “hágase en mí según tu palabra”.
Pero hay alguien más en este relato. Casi de pasada, se nos habla del Espíritu Santo como el que hace posible lo que es imposible. El Espíritu es quien engendra la vida de Jesús, quien bajará sobre María y será cubierta por la fuerza del Altísimo. Mientras que los discípulos solo reciben el Espíritu en Pentecostés, María lo recibe en la Anunciación. Desde el principio, es la mujer cubierta por el Espíritu Santo.
En estos tiempos de imposibles, más que nunca, también nosotros necesitamos la fuerza del Espíritu de Dios. El lo transforma todo. Primero nos transforma a nosotros, luego, cambia el mundo entero. Por eso queremos pedir al Padre que en esta crisis del coronavirus, nos abramos al Espíritu. El nos ayudará a entender el mundo a la manera de Dios. Ojalá podamos decir con María: “hágase en mí según tu palabra”. Buen día a todos

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