viernes, 3 de julio de 2020

Evangelio del Domingo


DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA Zac 9, 9-10
Lectura de la profecía de Zacarías.

ESTO dice el Señor:
«¡Salta de gozo, Sion; alégrate, Jerusalén!
Mira que viene tu rey,
     justo y triunfador,
     pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna.
Suprimirá los carros de Efraín
     y los caballos de Jerusalén;
     romperá el arco guerrero
     y proclamará la paz a los pueblos. Su dominio irá de mar a mar,
     desde el Río hasta los extremos del país».
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14 (R/.: cf. 1)
R/.   Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

        V/.   Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
                bendeciré tu nombre por siempre jamás.
                Día tras día, te bendeciré
                y alabaré tu nombre por siempre jamás.   R/.

        V/.   El Señor es clemente y misericordioso,
                lento a la cólera y rico en piedad;
                el Señor es bueno con todos,
                es cariñoso con todas sus criaturas.   R/.

        V/.   Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
                que te bendigan tus fieles.
                Que proclamen la gloria de tu reinado,
                que hablen de tus hazañas.   R/.

        V/.   El Señor es fiel a sus palabras,
                bondadoso en todas sus acciones.
                El Señor sostiene a los que van a caer,
                endereza a los que ya se doblan.   R/.

SEGUNDA LECTURA Rom 8, 9. 11-13
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.

HERMANOS:
Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así pues, hermanos, somos deudores, pero no de la carne para vivir según la carne. Pues si vivís según la carne, moriréis; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.
Palabra de Dios.

Aleluya Mt 11, 25
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.
V/.   Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
        porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.   R/.

EVANGELIO Mt 11, 25-30
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
    «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.


HOMILÍA

ENTENDER A JESÚS
Encontrarse con Jesús, entenderle, descubrirle, no requiere una erudición especial. Basta recorrer el camino que él recorrió. Su camino va del Cielo a la Tierra, de la mesa de la Eucaristía al suelo del lavatorio, del glorioso antepasado, el rey David, al humilde portal de la ciudad de Belén. Solo entiende a Jesús quien se abaja, quien vive entre los últimos, quien abraza la pobreza. Jesús es la Sabiduría oculta a los sabios y entendidos. Esos sabios que buscan su conocimiento en los libros antiguos, en la Ley de Moisés, en las teorías bien montadas, en las ideologías perfectas… Jesús es el sabio que cautiva con su vida a los pequeños y a los pobres. No se entienden las bienaventuranzas si no se ha sufrido privaciones o injusticias, si no se ha llorado… No se entiende a Jesús que es perdón si no se ha sentido en las propias carnes el peso del pecado. Jesús nos habla con el libro de su vida, de su entrega, de su amor incondicional. El no nos habla del amor, sino que nos ama con un amor que da la vida. Ese lenguaje solo lo entienden los que están acostumbrados a leer en ese libro tan extraño, el libro de la vida.
CONOCER A JESÚS
Nos encontramos en un mundo cada día más secularizado, cada día más ajeno a las cosas de Dios. El hombre de hoy se siente ajeno a él, porque no necesita de él. Quizá deseamos acercarnos a Dios desde un conocimiento teórico. Un conocimiento así no convence, porque no se puede demostrar, porque es incompatible con la ciencia. Conocer a Dios pasa por conocer a Jesús. Solo se le conoce siguiendo sus pasos, como decíamos antes. No se le conoce desde los despachos. Se le reconoce en la mesa compartida, en la misión arriesgada, en la oración dialogada, en la escucha de la Palabra, en el encuentro con las víctimas, en el reconocimiento de los excluidos…
DESCANSAR EN JESÚS
Puede parecer que las cosas a las que Jesús nos invita ( el perdón, la confianza del que vive pobremente sin acumular, el amor sin esperar nada a cambio….) son cosas difíciles que nos agobian, porque nos da miedo seguir a Jesús. Preferimos vivir con la seguridad que da el dinero, con la comodidad que da una vida sin riesgos, con el sosiego que produce el individualismo materialista, sin implicarse con el hermano, sin conocer los padecimientos de los otros… Pero nunca estamos completamente seguros, nunca estamos suficientemente cubiertos por el dinero, nuca estamos libres de la enfermedad o de la crisis económica… La crisis del coronavirus ha puesto en evidencia nuestra vulnerabilidad. No lo podemos tener todo programado, ni todo bien atado, ni resuelto. La vida es siempre un riesgo con el que no contábamos. En esos momentos, más que nunca Jesús se nos ofrece como el sosiego para nuestro agobio, como la paz para nuestra inquietud, como la solución para nuestros problemas y el descanso para nuestro cansancio. No dejemos de buscarle en estos días de miedo por el Covid 19. No hemos de temer porque lo que nos propone se puede llevar aunque nos parezca difícil. Es una carga ligera que nos llena de dicha y nos trae la paz. Así se lo pedimos. Feliz domingo

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