sábado, 2 de enero de 2021

Evangelio del Domingo


DOMINGO II DESPUÉS DE NAVIDAD

PRIMERA LECTURA Eclo 24, 1-2. 8-12

Lectura del libro de Eclesiástico.

LA sabiduría hace su propia alabanza,
encuentra su honor en Dios
y se gloría en medio de su pueblo.
En la asamblea del Altísimo abre su boca
y se gloría ante el Poderoso.
«El Creador del universo me dio una orden,
el que me había creado estableció mi morada
y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob,
y fija tu heredad en Israel”.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y nunca jamás dejaré de existir.
Ejercí mi ministerio en la Tienda santa delante de él,
y así me establecí en Sion.
En la ciudad amada encontré descanso,
y en Jerusalén reside mi poder.
Arraigué en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R/.: Jn 1, 14)

R/. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
V/. Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
V/. Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.
V/. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

SEGUNDA LECTURA Ef 1, 3-6. 15-18

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

BENDITO sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
Por eso, habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.

Palabra de Dios.

Aleluya

Cf. 1 Tim 3, 16
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Gloria a ti, Cristo, proclamado en las naciones;
gloria a ti, Cristo, creído en el mundo. R/.

EVANGELIO Jn 1, 1-18

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor.



HOMILÍA

En este domingo nos encontramos con el mismo evangelio que el día de Navidad: el prólogo del evangelista san Juan.
Para dar un enfoque distinto a este texto, hoy podemos cambiar la palabra Verbo por la Palabra Jesús. Así podemos ver cómo Jesús hace realidad lo que dice este texto del evangelio.
1- Ya en el principio existía Jesús.
Aunque éste es su nombre de la tierra, podemos decir con la segunda lectura que Dios nos pensó a los hombres a partir de Cristo Jesús. Nos imaginó santos como Jesús es santo. Nos pensó llenos de amor y perdón, colmados de generosidad y paz. Otra cosa es cómo le hemos salido a Dios. Nos creo libres y muchas veces elegimos la tiniebla y el pecado.
2- Jesús es la luz del mundo
Cuando miramos a Jesús vemos la luz. El evangelio nos dice cómo curaba a los ciegos, incapaces de ver la luz. Nos recuerda que los seres humanos muchas veces nos cegamos llenos de egoísmo o de orgullo. Estamos ciegos cuando destruimos la naturaleza por ganar dinero; nuestros ojos no ven cuando nos metemos en guerras alimentadas por la codicia; vivimos en tinieblas cuando alimentamos las desigualdades, nos hacemos racistas o utilizamos la violencia contra los demás… Jesús nos enseña a ver el mundo de una manera distinta, luminosa: desde el amor, desde el perdón, desde la alegría…. Pero no siempre queremos ver la vida con sus ojos claros. Nos dijo: “vosotros sois la luz del mundo, sois la sal de la tierra”. Si apagamos esa luz, ¿cómo vamos a alumbrar a nadie? Renovemos en esta navidad nuestro deseo de ser transparentes, de ser santos como Jesús es santo e irreprochable.
3- Jesús pone su tienda entre nosotros
Jesús no se ha quedado en el cielo. Ha querido hacerse uno de tantos, vivir a nuestro lado, servirnos, lavarnos los pies. No ha vivido en palacios, no ha tenido un reino de poder, no ha vivido su vida para sí mismo. Al contrario: pasó por este mundo haciendo el bien, curando, acercándose a los pecadores, a los excluidos, a los pobres. Siempre al lado de los que viven en el infierno de la vida. Eso es el “Verbo hecho carne”. Jesús nos pide que hagamos nosotros lo mismo. ¿Cómo podemos hablar de los inmigrantes, de los pobres, de los que sufren si no conocemos sus vidas a fondo? Solo viviendo a su lado, caminando sus pasos podemos conocerles. Es esta Navidad se nos invita a encarnarnos, a conocer las penas y dificultades de los que peor lo pasan. Las de los ricos y los famosos nos las sabemos de memoria; los medios y la gente se encargan de recordárnoslas todos los días.



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